Es conocido por todos, que la actividad física (AF) está asociada con el mantenimiento y mejora de la salud sin importar la edad, (1) mientras que por el contrario, la inactividad física, es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad a nivel global según la OMS (Organización Mundial de la Salud) (2). Un estilo de vida saludable donde la AF esté presente, contribuye según los especialistas, a la menor presencia de tasas de mortalidad, menor incidencia de desarrollar enfermedades (3-4) y además, combate los tan temidos componentes del síndrome metabólico que seguramente a todos nos sonaran; la obesidad, la elevada presión arterial, los elevados índices de azúcar, el colesterol (LDL) y los triglicéridos (5).
Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de la población en el mundo occidental cumple con las recomendaciones de AF. De hecho, un informe realizado por la federación mundial del Corazón y la Organización Mundial de la salud (OMS) nos dice que entre el 60 y el 85% de la población mundial, incluyendo los países en desarrollo, no se mueve lo suficiente como para obtener beneficios sobre la salud (6).
De este modo, las recomendaciones mínimas de AF para adultos de 18 a 64 años de edad según la OMS, consisten en acumular, al menos, 150 minutos semanales (4 días por semana durante 40’), de AF a moderada intensidad o al menos, 75 min semanales (3 días por semana durante 25-30 minutos) de AF intensa o una combinación equivalente entre actividad moderada e intensa (7).
Para obtener mayores beneficios sobre la salud, según la OMS, los adultos deben de llegar a los 300 minutos semanales (45 minutos al día) de AF moderada o su equivalente en actividad física intensa (7).
Para las personas adultas de 65 años o más, las recomendaciones de AF son las mismas, salvo para las personas con problemas de movilidad, las cuales, deben de practicar actividad física para mejorar su equilibrio y prevenir caídas, por lo menos, 3 días por semana (7).
De este modo, muchas son las personas que empujadas por la típica recomendación médica “tienes que realizar ejercicio físico”, deciden emprender esta lucha por ganar salud, bienestar y conseguir sus objetivos, aunque, de manera individual. Una de las opciones preferidas, es la de realizar “running” o dicho de manera vulgar hoy en día, salir a correr.
Efectivamente, el running o carrera a pie ha aumentado en popularidad durante la última década, de forma que en España, se ha convertido en la quinta AF más practicada (8). No obstante, uno de los mayores problemas que este tipo de ejercicio conlleva, es el alto grado de lesión, ya que su incidencia, varía entre el 19 y el 79% de los corredores, con una estimación que se sitúa entre 7 y 59 lesionesocurridas por cada 1000 horas de running (10) al no estar físicamente bien acondicionados. Por lo tanto, la ayuda de un profesional del deporte que nos guíe en este tipo de ejercicio y lo complemente con sesiones de fortalecimiento de los grandes grupos musculares, resulta fundamental para prevenir dichas lesiones.
Otra de las opciones favoritas por parte de las personas que deciden mejorar su salud, es “simplemente” ir al gimnasio… ¡Y como si esto fuera fácil!, con la cantidad de máquinas que se encuentran, pensando que todas nos sirven y se adaptan perfectamente a nuestra estructura anatómica. Esto, en la mayor parte de los casos, conlleva el desacondicionamiento de la musculatura estabilizadora que tan importante es para nuestro sistema musculo-esquelético, y que según algunos especialistas (9-10) pueden ser desencadenante de lesión, disminuyendo de este modo, el placer de realizar ejercicio.
Por lo tanto, la contratación de profesionales formados en ciencias de la actividad física y el ejercicio, es garantía de salud, bienestar y consecución de tus objetivos.
1. Shephard RJ. Aging, physical activity and health. Champaign, IL: Human Kinetics; 1994.
2. OMS (Organización mundial de la salud). Centro de prensa, nota descriptiva; 2018.
http://origin.who.int/mediacentre/factsheets/fs385/es/ accedido el 16/03/2019.
3. Kahn E, Ramsey L, Corso P, et al. The effectiveness of interventions to increase physical activity: A systematic review. American Journal of preventive medicine. 2002; 22-73.
4. Karmisholt K, Gyntelberg F, Gøtzche P. Physical activity for primary prevention of disease. Systematic reviews of randomised clinical trials. Dan Med Bull 2005; 52(2):86-89.
5. Alberti G, Eckel RH, Grundy SM, Zimmet PZ, Cleeman JI, Donato KA, et al. Harmonizing the Metabolic Syndrome. A Joint Interim Statement of the International Diabetes Federation Task Force on Epidemiology and Prevention; National Heart, Lung, and Blood Institute; American Heart Association; World Heart Federation; International Atherosclerosis Society; and International Association for the Study of Obesity. 2009;120(16):1640-5.
6. Mackay J, Mensah G. Chapter 15: Global burden of stroke. Atlas of Heart Disease and Stroke. World Health Organization; 2004; 50:51.
7. WHO (Organización mundial de la salud). Recomendaciones generales de actividad física para la salud. 2010.
https://www.who.int/dietphysicalactivity/publications/9789241599979/en/ accedido el 16/03/2019.
8. Ferrando, M. G., y Goig, R. L. Ideal democrático y bienestar personal: encuesta sobre los hábitos deportivos en España 2010. CIS. 2011.
9. Sahrmann, S. Movement, Impairment and Syndromes; Diagnosis and/or Treatment. Philadelphia, Estados Unidos: Mosby, Inc. 2002.
10. Comerford, M., Mottram, S. Kinetic Control; the Management of Uncontrolled Movement. Australia: Elsevier. 2012.